Martes, 19 de junio de 2012
CrÃtica: Cinco dÃas sin Nora
Titulo: Cinco días sin Nora
Directora: Mariana Chenillo
Duración: 85 minutos
Fecha de estreno: 15 de junio
Intérpretes: Fernando Luján, Enrique Areola, Ari Brickman.
Trailer: Cinco días sin Nora
¿Debo ir a verla? 



Interesante película mexicana a la solo le falta definir algo mejor su tono.
Cinco días sin Nora está organizada como una última disputa de pareja de lo más peculiar. José y Nora llevan veinte años divorciados, pero entre ellos quedan cuentas pendientes y una innegable atracción, que lleva a vivir a José en el bloque de enfrente al de su ex mujer, que a su vez espía sus movimientos con unos prismáticos. Nora, una mujer insatisfecha y que ha tratado de suicidarse en múltiples ocasiones, finalmente logra su objetivo atiborrándose de pastillas.
Eso sí, no se marcha al otro mundo sin haber preparado a la perfección su funeral y esa última confrontación con el que fue su gran amor. Según la voluntad de Nora, es el propio José el que descubre su cuerpo sin vida y el encargado de poner en marcha su despedida, que se va a alargar durante varios días debido a las tradiciones judías que ella respetaba escrupulosamente pero él no. En un principio, José parece decidido a hacer las cosas a su manera, a no acatar las órdenes de una muerta que le ha propuesto un último envite.
En la evolución de José hacia la tolerancia y la comprensión de quién era realmente la mujer con la que se casó y tuvo un hijo reside el trayecto narrativo de la película, que logra generar cierto interés. Lo hace sobre todo gracias a la ejemplar actuación de Fernando Luján, un veterano capaz de cargar con el peso dramático del film sin que este se tambalee. El desarrollo se antoja fluido, libre de golpes de efecto que habrían arruinado un contenido con cierta profundidad.
La debilidad de Cinco días sin Nora está en la ausencia de un tono definido, o más bien en los giros tonales, que no terminan de llevar a ninguna parte. Las primeras imágenes, acompañadas de música misteriosa, sugieren un acercamiento al realismo mágico. Con la aparición del rabino, se intuye un desplazamiento a la comedia disparatada a lo ‘Un funeral de muerte’. Sin embargo, Mariana Chenillo mantiene su debut dentro de la seriedad, sin dejar que se le escape de las manos, con la excepción de algunos toques melodramáticos en el tramo final. Provoca por tanto cierta insatisfacción esta obra sencilla y esmerada, pero habrá que estar atentos a los futuros movimientos de su joven directora.



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