Crítica: The artist

Titulo: The artist
Director: Michel Hazanivicius
Duración: 100 minutos
Fecha de estreno: 16 de diciembre
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell.
Tráiler: The artist, uno de los films aclamados en Cannes
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¿Debo ir a verla? ★★★☆☆ La revelación de la temporada no es ni más ni menos que un delicioso divertimento.

Si usted vive en el mismo mundo que el resto y además es eso que llaman aficionado al cine, a estas alturas ya debe saber que The artist es una de las películas que más está dando que hablar esta temporada, que es muda y en blanco y negro pero que eso no ha supuesto ningún obstáculo para que arrasara en una docena de festivales y en otras tantas entregas de premios. Tras esta labor informativa con la que pretendo ante todo ahorrarnos escenitas bochornosas como las que se vivieron en algunos de los cines donde se proyectaba El árbol de la vida (sospecho que no lo conseguiré), vamos con la crítica, que es lo importante.

En cualquier caso, hay que aclarar que las reacciones ante The artist no se parecerán en nada a las que obtuvo entre el público menos entrenado el film de Terrence Malick, ya que una propuesta está en las antípodas de la otra. Lo que ha elaborado el desconocido realizador francés Michel Hazanavicius es un entretenido artefacto que lo último que pretende es incomodar, presidido por una contundente historia de amor y centrado en la época en que los actores comenzaron a emitir sonidos en el cine. En el propio relato está por tanto lo que justifica el haber utilizado un lenguaje pretérito, no exento de trucos creados con posterioridad a los años en que transcurre el film y en el que la desbordante gesticulación de los actores (solo por la amplitud de sus sonrisas, la elección de Jean Dujardin y Bérénice Bejo como protagonistas es acertadísima) y los añejos intertítulos se ponen al servicio de la satisfacción del espectador de la segunda década del siglo XXI.

En estos tiempos en los que el cine como realidad física está muriendo y lo sintético se está apoderando de la pantalla fílmica, el pastiche que propone Hazanavicius encuentra su sentido. El cambio es inevitable, parece decirnos, y el más fuerte que ha sufrido el arte cinematográfico en toda su historia fue la llegada del sonido. La caída en desgracia de George Valentin (con apellido curiosamente similar a Valentino), precedida por una pesadilla que termina resultando el momento formalmente más creativo del film, nos indica que hay que saber adaptarse a los tiempos, lo que no deja de resultar contradictorio viniendo de una película que hace del regreso al pasado su santo y seña.

La mayor virtud y el principal problema de The artist son en realidad lo mismo: al final, el ejercicio lingüístico y la reflexión temática terminan siendo aplastados por un relato superficial, inofensivo y complaciente. Tal vez esta sea la comedia romántica más alegre y contagiosa que hemos visto en mucho tiempo, pero nada más. Sería presuntuoso por mi parte decidir si eso es suficiente para elevarla a las alturas, aunque bastaría con que se produjera un redescubrimiento generalizado de aquellas viejas películas mudas para que The artist llevara a cabo una labor indiscutiblemente apreciable.

En Notas de Cine | Tráiler de The artist |

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