Crítica: ‘Godzilla’ (2014) de Gareth Edwards

El reboot norteamericano de 'Godzilla' triunfa en casi todo, pese a algunos problemas relativos a su, por otra parte, correcto guión.

Godzilla de Gareth Edwards

‘Godzilla’, tanto o más que un nuevo reboot norteamericano del gigantesco icono nipón, supone un nuevo golpe sobre la mesa para la autoafirmación de las llamadas “películas de verano”. La película del británico Gareth Edwards, lejos de sumergirse en la apología del espectáculo digital más evidente, en esa decadencia del cine de espectáculo que anuncian sus detractores, tiene sin embargo el valor de ponérselo al público de palomitas un poco más difícil que de costumbre. Y al igual que las discutibles (y discutidas) adaptaciones de Batman y Superman, rechaza conformarse con el homenaje o guiño pop para remozar el mito, porque ante eso estamos, con tanto respeto como ambición cinematográfica.

Comenzamos por lo malo: la nueva ‘Godzilla‘ es, desgraciadamente, una película que comete un puñado de errores de bulto, un enorme espectáculo de ciencia ficción que, definitivamente, podría ser mejor. Edwards engancha al público con un comienzo melodramático, un gancho humano para justificar el regreso de la criatura que mantiene de manera bastante digna hasta más allá del primer tercio de la película, y que además de algo de drama proporciona una excusa solvente para generar suspense. Pero de pronto y de manera un tanto adelantada, opta por olvidarse de esa trama paterno-filial disfuncional dejando a la película un tanto huérfana de sensaciones y personajes. Aaron Taylor-Johnson, con muy pocas líneas de diálogo, no consigue ganarse los afectos del público una vez éste se convierte en protagonista de la función, no hay transferencia de interés alguna, y el planteamiento conspiranoico y de suspense incorporado en esa primera mitad simplememente se desvanece del guión.

Los intereses de Gareth Edwards son bien distintos, entre ellos sortear algunas de las claves que han caracterizado el blockbuster de acción para sumergirse en terrenos no nuevos, pero sí más difíciles y a veces desagradecidos. ‘Godzilla’ renueva la trama que asociamos al icono japonés sin perder una razonable simplicidad que la ancla ligeramente en la alquimia de la serie B más directa y pura, pero a la vez pulsa algunos botones nuevos que sólo Spielberg se atrevió a desvelar. El papel del monstruo es levemente distinto y Edwards sabe ocultar sus limitadas cartas para enfatizar el suspense, que funciona en todas las secuencias de efectos especiales como también en su arquitectura narrativa, que tarda casi una hora en desvelarnos el aspecto y las intenciones del monstruo. Si a ello unimos su escaso interés en la pornografía de la destrucción, casi siempre visualizada desde lejos o bien directamente obviada mediante elipsis (la escena de Las Vegas), obtenemos un espectáculo un tanto extraño, que deshecha incluso interpretaciones contemporáneas (la advertencia contra la energía nuclear y la moraleja ecologista está ahí, pero durante poco tiempo) para introducirse en el terreno de la fantasía: Godzilla como una suprema y deífica encarnación de las necesidades humanas.

Antes he dicho Spielberg. La planificación de las escenas de destrucción, en realidad tan abundantes en el relato como cabría esperar (por mucho que Edwards las preste menos atención de lo esperado) brilla con luz propia en todas y cada una de las apariciones de los monstruos. El recuerdo de ‘La Guerra de los Mundos’ aparece en la evacuación de Hawai, el de ‘Encuentros en la Tercera Fase’ en la primera aparición del MUTO, el de ‘Parque Jurásico’ en la práctica totalidad de todas ellas. Edwards respeta el punto de vista humano de la función y no se pasa de la raya con las heroicidades, conservando una escala concreta y controlando los abundantes recursos a su disposición mediante el uso de la cámara y el punto de vista. Por eso, su estilo que remite directamente al trabajo de Spielberg a lo largo de toda su carrera, sin que ‘Godzilla‘ parezca una mera réplica de un alumno aventajado (cosa que al fin y al cabo ya hizo Emmerich a manos llenas en su versión). El número de instantes perfectamente integrados que generan sensaciones similares al director de ‘Tiburón’ (otra referencia vital) se cuentan por decenas, ayudados siempre de la partitura a contracorriente del francés Alexandre Desplat, quizá la mejor de las escuchadas este año.

En suma, la nueva ‘Godzilla‘ supone, pese a una serie de asperezas e imperfecciones bastante evidentes, toda una excelente puesta al día del mito japonés, del que -estoy seguro, aunque aquí no me atrevo a afirmar- bebe incluso en sus momentos más delirantes y marcianos, que los tiene y en abundancia. El “reboot” cinematográfico gana complejidad y huye de los lugares comunes en los que nos acomodamos espectadores y críticos. Ello por no mencionar de nuevo la estupenda lección de estilo que da su director, su triunfo casi completo por encima de los puntos flojos que se desprenden de su, por otra parte, resultón libreto.

Título: ‘Godzilla
Título original: ‘Godzilla’
Director: Gareth Edwards
Género: ciencia ficción
Duración: 123 minutos
Fecha de estreno en España: 15 de mayo
Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, Bryan Cranston, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen
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¿Debo ir a verla? ★★★½☆

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