Eso es, al menos, lo que ha dicho el director James Cameron, autor de no pocas odiseas cinematográficas desarrolladas allí donde nadie puede oír tus gritos. Sea como fuere ‘Gravity‘, del mexicano Alfonso Cuarón, está convenciendo allí donde se proyecta. Y me refiero al festival de Venecia, que ha aplaudido la película del realizador de ‘Hijos de los hombres’ y, más en concreto, la interpretación de Sandra Bullock, que lleva sobre sus hombros la tensa hora y media que dura la película.
Cuando no parecía posible que pudiera existir otro avance que pudiera entusiasmar más, llega el que -prometen- será el último de los componen la campaña de promoción de ‘Gravity‘, y lo digo porque es nada menos que el quinto antes de su estreno mundial en octubre. En él podemos ver muchos de los destrozos adelantados en los anteriores, que dejaron patidifuso al personal gracias a la maestría de su director, y también algo más de historia, todo ello bañado en angustia espacial de veinticuatro kilates cinematográficos.
La película, al parecer, se centra sobre todo en la doctora Stone, una brillante ingeniera especializada en medicina en su primera misión en un transbordador, acompañada por el veterano astronauta Matt Kowalsky (Clooney), al mando de su último vuelo antes de retirarse. Naturalmente, y esto lo sabemos seguro, todo sale mal y una tormenta de meteoritos arrasa la estación espacial, dejando flotando y a la deriva a los dos tripulantes… que sólo se tendrán al uno al otro hasta llegar a un desenlace que, anticipan, es abierta y altamente sentimental y emotivo.